Cuando era pequeño, el hermano mayor de mi padre siempre repetía que una de sus dos hijas era su preferida y la otra su predilecta. Tardé años en comprenderlo, en asimilar lo que decía sin encogerme de hombros y pensar en otra cosa. De aquella, como todo inmaduro que se precie, solo pensaba en binario. O una cosa, o la otra, con lo cual sus palabras carecían de sentido alguno. Solo con el paso de los años, cuando uno se da cuenta de que casi nada tiene solución cartesiana, cobran significado bromas como las de mi tío Julio, el ilustrado.
Las palabras abarcan, a base de forzar el lenguaje, lo que los números sencillos no pueden justificar y de esta forma torean una realidad muchas veces contraria. Con sinónimos se puede agradar a todas las partes. Todos pueden convertirse en el mejor si no se piensa mucho en ello. Todos se pueden sentir incluídos y todo lo contrario también. Porque las palabras nos moldea mucho más que los números, que simplemente cuantifican, olvidándose de la parte cualitativa, aunque bien es cierto que la manipulación numérica está a la orden del día.
Otra frase que no entendía de pequeño era cuando afirmaba Felipe González o similar, que tal o cual maniobra le permitía ganar tiempo, como si el problema se solucionara por retrasarlo.
Los números desnudan, mientras que las palabras abrigan y con la edad cada vez se tiene más frío. Ya no puedo salir a la calle en pleno invierno con una camiseta, una chaqueta fina y playeras de tela. Necesito calor, capas contradictorias que satisfagan a todo el constructo sin que salte por los aires. Mientras tanto, voy ganando tiempo, como si alguien quisiera saber que solo significa retrasar lo inevitable, pero al utilizar un eufemismo, la realidad cambia para mejor.
Las personas cargamos con un yunque que algunos llaman experiencia y otros parches, o retales que no concuerdan, pero que vamos incorporando a nuestro cuerpo para formar un conjunto coral estrafalario, como cuando de niños jugábamos a la vez con muñecos de diferentes procedencias, tamaños y proporciones. Los clicks se montaban en barcos de lego para luchar contra los soldados de plástico que salían de los sobres sorpresa.
Las batallas encarnizadas siempre acababan mal, pero quedaba una vía de escape y eran los heridos. Éstos se salvaban. No importaban los traumas sufridos, o que terminaran mutilados, con tal de seguir con vida ya era suficiente. Sólo la muerte no tenía remedio, ni consuelo, pero en ocasiones ni siquiera aquella verdad incontestable se encuentra vigente hoy en día.
El bálsamo para algunos indolentes sólo parece encontrarse en el cementerio y es esta vida que llevamos un poco cojos, tuertos y traumatizados la que supone un verdadero reto o infierno, depende de cómo se mire. Para una élite, ¿acaso insensata? todo parece un verdadero gozo y para la mayoría de los que no tenemos problemas de verdad, ni lo uno ni lo otro. Pudiera asemejarse a un verdadero valle de lágrimas secas.
Quise leer una vez en una galleta de la fortuna que la diferencia entre el hombre inmaduro y maduro estriba en que el primero quiere morir por una causa noble y el segundo vivir por una humilde.
Muy bueno. Me ha encantado tu reflexión.
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Muchas gracias por tus palabras y por leerlo. Un saludo.
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Los números y yo no nos llevamos bien, en general. Sin embargo, las palabras se me hacen más apetecibles porque me resulta más fácil manejarlas. Para gustos, colores. Interesante reflexión la tuya.
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Gracias. Yo me he llevado bien con ambos. Se podría decir que los números son mis favoritos y las letras mis predilectas. 😜
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«Los números desnudan, mientras que las palabras abrigan y con la edad cada vez se tiene más frío». Excelente, Pablo…me viene a cuento la frase con la que los argentinos definen a Carlos Gardel: «Cada día canta mejor». En tu caso: «Cada día escribes mejor».
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Muchísimas gracias Pedro. Seguiré escribiendo. Un fuerte abrazo y espero que sigáis bien.
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Me parece muy bueno, tu escrito, de echo hay algunas frases que me gustaría citarlos, como por ejemplo, «Los números desnudan, mientras que las palabras abrigan y con la edad cada vez se tiene más frío»! Que gran frase! Es un escrito al que vuelves más de una vez. Gracias por compartir!
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Muchas gracias. Sí, perece que esa frase ha gustado. 😉 Un abrazo.
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