No sé si os pasa, pero nunca logro evitar que los restos de ceniza manchen la madera del comedor. Se va amontonando junto con el polvo decantado de los últimos meses. Demasiados cigarrillos, demasiada pereza que empapa demasiado hondo. Mientras que a través del humo intuyo una cuerda colgada del techo, entre el retorcido laberinto de mi cabeza atisbo las palabras que debí decir. Quizá el pasado se lo podría llevar el viento, y mi futuro quien tanto dañé. Excesivas plegarias con tan poco margen. Solo pido que me quiten el polvo cuando me encuentren, pero que no se mezcle con la ceniza.