Leer un libro de poesía es como atragantarse con una serie de golpe,
como beber compulsivamente o fumar sin tregua.
Cuando el final del anterior sucede después del comienzo del posterior,
y todo termina por fracturarse por fatiga, tal y como nos enseñaron.
Porque para que la cordura perdure, cada día debe empezar y terminar una sola vez.
Da igual que fuera llueva y haga frío.