CUENTO DE NAVIDAD

Hoy, Shane MacGowan hubiera cumplido sesenta y seis años. Le faltaron poco más de tres semanas para llegar a ver otra Navidad, aunque fue un milagro que alcanzara a vivir las sesenta y cinco anteriores, teniendo en cuenta que comenzó a beber a los seis años. Su tía Nora le daba cigarrillos y alcohol mientras le enseñaba el catecismo y lo llevaba a apostar al hipódromo. Rezaban entre carrera y carrera. Nunca pensó que estuviera haciendo nada malo porque el catolicismo no prohibe el juego, la bebida o el tabaco y él era un creyente devoto. 

A pesar de haber nacido en Kent, de padres irlandeses que trabajaban en Inglaterra, siempre se consideró de Tipperary, donde se crió. Era el lugar que añoraba toda la familia, igual que en la famosa canción que se hizo popular entre los soldados británicos de la Primera Guerra Mundial. Su talento como escritor se hizo evidente a una edad temprana, lo que le valió una beca para estudiar en el elitista colegio de Westminster. Sin embargo, fue expulsado por traficar con drogas y poco después ingresó en un psiquiátrico. Tras salir de la institución médica, se topó con la música de The Sex Pistols en el Londres de los años setenta. Sus padres sostenían que el punk le había sentado de maravilla a su hijo y de algún modo, nunca lo abandonó, sino que lo transformó al fundar The Pogues. De paso, revitalizó la música tradicional irlandesa. 

Mantuvo una actitud gamberra durante toda su vida, siendo incluso transgresor por profesar la fé católica en ambientes en los que el cristianismo se consideraba retrógrado. También fue un borracho empedernido que anhelaba que Irlanda fuera más grande sólo para que cupieran más pubs. 

Aun así, entre juergas y disparates diarios, logró escribir canciones muy sentidas, llenas de verdad, convirtiendo lo sórdido en entrañable. Mantenía que él se limitaba a extender la mano y tomar del aire lo que las musas le entregaban, como si de un aria se tratara. Lo bebía, se embriagaba y regurgitaba sobre la mesa algo hermoso.

Hace más de veinte años, Noe me grabó «Fairytale of New York» en una cinta de casete. Yo desconocía al autor. Todavía la conservo, aunque ya no tenga dónde escucharla. Sigue siendo mi villancico favorito. El otro día, lo cantamos mal en casa de una amiga, una vergüenza si lo comparamos con la maravillosa actuación homenaje que le brindaron al irlandés en su funeral. Los irlandeses siempre se las apañan para arrojar luminosidad y alegría sobre la tristeza. Al final del vídeo, creo haber visto a una mujer bailando junto a la tumba de Shane, su marido. ¡Feliz Navidad!

3 comentarios sobre “CUENTO DE NAVIDAD

  1. Juraría que el otro día estaba pidiéndome una Guinness en un pub irlandés que hay en mi pueblo y justamente me la sirvió el bueno de Shane. La que se lio con Concha Velasco y apenas un par de noticias sobre el líder de los Pogues.
    Un gusto leerte, compañero. Adelante!

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